La voz de Margarita Xirgu/Medea rompió el silencio secular de este teatro. El eco de su voz grave rodeó las columnas que se erguían en la escena y en el peristilo. Era el atardecer del 18 de junio de 1933, Mérida retomó el latir de su historia, Mérida comenzó en esa velada a recuperar su pretérito esplendor a través de las representaciones.